Que nada es “para siempre”.
Que quien hoy es un desconocido, mañana puede ser un amigo… Y quien es amigo, puede convertirse en desconocido.
Que los amigos vienen con fecha de caducidad.
Que segundas oportunidades pueden dar buenos resultados… Pero que dar una tercera o cuarta tras el mismo fallo, es de ser idiota.
Que quien no quiere cambiar, no lo hará.
Que quien tú pensabas que estaría ahí, no está… Y quien no esperabas que te respaldara, puede convertirse en tu mejor aliado.
Que cuando alguien pone punto y aparte a una conversación con un “paso”, es esa persona quien tiene el deber de retomarla… Si es que tiene un mínimo de interés en su interlocutor.
Que todo el mundo tiene un precio… Es solo que algunos se valoran más que otros.
Que cuando quieres, puedes.
Que no existe la falta de tiempo, sino la falta de interés. Porque cuando realmente se quiere, la madrugada se vuelve día, el martes se vuelve sábado y un momento se vuelve oportunidad.
Que dos no se pelean si uno no quiere… Pero que tampoco dos se arreglan si uno no está por la labor.
Que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio.
Que 500 pueden convertirse en 1000… Y que cuando los has invertido y vuelto a recuperar, eso da fuerzas para seguir adelante construyendo un sueño que llevas mucho tiempo persiguiendo, sobre todo cuando ves que los números rojos empiezan a ser cosa del pasado. ¡Kaeru-chan seguirá creciendo! Esto solo acaba de empezar.
Que la mayoría de las veces, estás sola… Y que si no tiras tú “palante”, nadie lo va a hacer por ti.
Que quien algo quiere, algo le cuesta… Y que a veces el “algo le cuesta” parece pesar más en la balanza.
Que llega un momento en la vida en que tienes que elegir… Y que esas elecciones nunca van a ser fáciles y siempre acarrearán consecuencias que te disgusten.
Que un levante puede parecer llevarse por delante toda la esperanza que has puesto en un proyecto… pero que tras la tormenta siempre llega la calma, solo hay que ser paciente.
Que hasta el peor de los momentos puede traer consigo un resquicio de luz. Y que es en esos malos momentos en los que te das cuenta de quién realmente está a tu lado y quién no.
Que muchas veces quieres esconderte y llorar… Pero que si te paras a hacerlo, te quedarás atrás.
Que las oportunidades nos pasan volando por encima de la cabeza… Y solo aquellos que están continuamente saltando se topan con alguna de vez en cuando.
Que es mejor parar dos minutos a pensar… que parar luego dos horas para arreglar.
Que no damos a las cosas el valor que tienen. A veces, por sobrepasarnos… Otras, por quedarnos cortos.
Que quien no arriesga, no gana.
Que no todo es lo que parece, y que de los errores se aprende.
Que las cosas caen por su propio peso y que todo, al final, se termina sabiendo.
Y que el tiempo siempre pone a cada uno en su lugar.
Este 2014 ha sido un año en el que he aprendido mucho. Me he sorprendido. Me he reencontrado con quien pensaba que no volvería a ver. He reído hasta llorar. He llorado hasta agotarme. He ganado y perdido gente por el camino. He aprendido a valorar a quien me valora y a dar a cada uno la importancia que se merecen. Ahora sé que quien la sigue, la consigue. Y que quien desiste o ni lo intenta, nunca llegará a saber si lo hubiera logrado o no. Seguiré la norma de “si te caes dos veces, levántate tres”. Y cuidaré a quienes me han demostrado que puedo confiar en ellos. Porque la honestidad está muy infravalorada.
Todo esto que me ha enseñado el año que queda atrás, me servirá para entrar con buen pie en el año que asoma. Estoy segura.
Y para no olvidarme de todo lo aprendido, hay una frase que me ha acompañado durante todo este año y que se vendrá conmigo a darle la bienvenida al 2015:
<<Esa pequeña diferencia entre “Haz lo posible” y “Hazlo posible”>>
No voy a nombrar a nadie, cada quién sabe el papel que representa en mi vida.
Espero que este nuevo año os traiga a todos los buenos momentos que al 2014 no le dio tiempo de daros y os deseo a todos y cada uno de los que estáis leyendo esto, sin excepciones, un…
¡¡Feliz 2015!!