sábado, 28 de abril de 2012

Adios Londres


Ya pasado el tiempo, echo la vista atrás y aún no me creo que cometiera la locura que cometí y que tuviera tantísima suerte. Eso de plantarse en un aeropuerto, con billete de ida al extranjero y sin otra cosa que un puñado de libras en el bolsillo y una maleta con ropa, no creo que sea muy de persona cuerda. Pero yo tuve suerte, mucha suerte.



Vine para tres meses y al final esos tres meses se han convertido en casi un año. 11 meses en los que he estado viviendo de prestado con y para otros. Otros que, a pesar de los desplantes y altibajos, quiera o no quiera (que sí quiero), ahora forman parte de mi vida.

No sé qué pensaré dentro de unos años cuando recuerde todo esto, pero una cosa sí tengo segura: lo volvería a hacer. A lo mejor estoy loca. O quizás sea una inconsciente. Pero lo volvería a hacer.




El fin de semana pasado, lo aproveché para despedirme de Londres. Cámara al cuello, me fui a retratar todo lo que iba encontrando en esta ciudad que me ha acogido durante casi un año. Y no fueron sus monumentos los que se reflejaron en mi lista cuando me puse a pensar en mi último fin de semana. Ni el imponente Big Ben, ni la Torre de Londres con ese bonito puente al que da nombre, ni esa noria gigante a la orilla del río… Todos estos quedaron relegados hasta el punto de que no los he vuelto a ver desde la última vez. Preferí pasear por las calles, entre mercadillos y puestos; y por los parques que permiten al que pasea maravillarse ante tanto verde moteado de colores en una ciudad tan grande como es esta.





Han quedado cosas por ver, sitios por visitar, lugares por los que pasear… Pero me voy con la promesa de que algún día volveré a pisar esta tierra. Porque aunque la que me ha visto nacer y crecer siempre será la mía, esta otra que dejo aquí irá conmigo allá donde valla. Ya forma parte de mí.














 Good bye London. See you soon. I’ll miss you.

sábado, 21 de abril de 2012

Las lágrimas recorren sus mejillas, al compás de la lluvia sobre el cristal.


El día, gris, parece acompañar sus sentimientos mientras otea el mundo a través de la ventana. Las lágrimas que empapan sus mejillas se camuflan en su reflejo con las gotas de lluvia que ruedan sobre el cristal.

Su relación con la lluvia era de amor-odio. Le gustaba el repiqueteo de las gotas de agua en el tejado; el sonido acompasado de su caída mientras ella se quedaba en casa, tranquila. Pero si había de ir a cualquier sitio, todo el encanto de los días grises se esfumaba de un soplo y el agua pasaba a ser su peor enemiga.

Aquél día el amor cedía paso al odio, porque le esperaban en unas horas. Ya debería de estar arreglándose, pero le daba una pereza infinita tener que enfrentarse a la lluvia, así que se había sentado allí a contemplar la calle desde su ventana y, perdida en sus pensamientos, no se había dado cuenta de que las lágrimas rodaban por sus mejillas hasta que, al girarse para ver el reloj de su mesilla de noche, notó como una se posaba en el dorso de su mano.

La contempló deslizarse por unos segundos, y, como saliendo de un trance, se puso en pie, se vistió y se dispuso a salir por la puerta, no sin antes echar un vistazo a la casa que, como siempre, se quedaba vacía.

La esperaban allí donde iba. Pero a su vuelta nadie la esperaría.

viernes, 20 de abril de 2012

Muslos de pollo al horno


INGREDIENTES
-          1 chorrito de aceite de oliva
-          4 o 5 dientes de ajo
-          Un limón
-          8 muslos de pollo (o 4 contra muslos)
-          Orégano
-          Perejil
-          Sal
-          Patatas

ELABORACIÓN
Se pelan las patatas y se cortan en rodajas.
Se colocan en la bandeja del horno y se les añade la sal, el perejil y el orégano.

Los muslos de pollo se dejan macerar durante una media hora en aceite, sal, perejil, ajo picado y zumo de limón.
  Tras esa media hora, se colocan encima de las patatas y se mete todo al horno durante una hora a temperatura alta (unos 230º). Vigilar y dar la vuelta de vez en cuando para que se dore por todos lados y no se queme.



Y para que no os pase lo que a mí y se os quemen las patatas, procurad que queden bien cubiertas por el pollo.



Fácil, verdad? Que aproveche!

martes, 17 de abril de 2012

Desasosiego

La definición precisa y exacta es "falta de sosiego", lo que viene a ser inquietud o intranquilidad o, más literalmente, falta de quietud o de tranquilidad.
Y puede que sea eso lo que sentía.
Llevaba una semana viviendo sin vivir, perdida entre el ir y venir de días que no cesaban ni para darle un respiro. Y durante todos esos días, la inquietud no la había abandonado.
Aveces lloraba, otras reía, pero nunca sabía por qué. "Vivo sin vivir en mí" rezan aquellos versos... Y quizás no habría encontrado explicación mejor a sus sentimientos que aquellas cinco palabras.
Era una sensación rara. Como si algo hubiera pasado sin ella darse cuenta y aún siguiera en la inopia.
Los suyos estaban bien, si fuera algo de eso ya se habría enterado, pero seguía habiendo algo que no cuadraba, algo había cambiado.
Allí sentada, devanándose los sesos, no iba a conseguir nada, pero tampoco tenía gana alguna de ponerse en marcha, fuera donde fuera que tenía que ir o fuera lo que fuera lo que tenía que hacer.
Con todo y con eso, por más vueltas que le daba a la cabeza, no conseguía distinguir qué era aquello que la inquietaba... Y al corazón no se atrevía a preguntarle por mierdo a que se desbordara.
Miedo a que se desbordara porque en los últimos años había ido atesorando recuerdos, vivencias, sentimientos que precisamente por ser felices, habían quedado bajo llave para que no levantaran ampollas.
Y aunque no quería regodearse en su desdicha, no encontraba la manera de salir de aquél bosque inmenso en que se había perdido. El camino que le había llevado hasta allí estaba tan oculto entre la maleza que le era imposible retroceder por él. Ahora solo quedaba abrir un nuevo camino, pero lo que se encontraba en frente suya no era más que árboles y matorrales que entorpecían su avance.
Y para colmo, aquél sentimiento de desasosiego que se apoderaba de ella, haciéndole sentirse aún más perdida.
¿Alguien que le preste un hacha?

lunes, 16 de abril de 2012

Un vagón de metro vacío

No me dí cuenta hasta que levanté la cabeza del libro que estaba leyendo. Ni siquiera me había percatado del silencio que reinaba a mi alrededor de tan absorta como estaba.

Cuando por fin levanté la cabeza para ver por qué estación iba, deparé en que lo único que allí quedaba era un periódico y un vaso de café que alguien había abandonado a su suerte varios asientos más allá y me invadió un sentimiento extraño.

No era miedo, aunque algunos podáis pensarlo. Y tampoco me sentía sola, pues tenía conmigo al mejor compañero de viaje.

En ese vagón viajábamos dos: el libro y yo. Y comprendí que el sentimiento que me rondaba no era otro que el de haber sacado la cabeza del bullicioso mundo en que estaba sumergida para darme de bruces con una fila de asientos esperando a ser ocupados, porque en cuanto volví a posar los ojos sobre sus letras, me sentí acompañada dentro de aquél vagón vacío.

viernes, 13 de abril de 2012

Casualidades

Supongo que la vida está llena de casualidades... Pero aveces son tan acertadas que parece que estén ahí puestas a conciencia...

No soy persona de ir buscando cosas donde no las hay, pero sí que me gusta pensar que soy observadora. Además, peco de opimista y me creo que sé calar a la gente suficientemente rápido como para saber quién va de cara y quién trae un cuchillo a la espalda... Más de una vez me he equivocado.

No suelo buscar coincidencias, o eso creo. Simplemente las encuentro. Quizás no sean muy obvias, pero ahí están.

Suelen ser tonterías sin importancia, pero por una razón o por otra, suelen darme qué pensar. A veces logran sacarme una sonrisa. Otras veces me descolocan. Pero nunca me dejan indiferente.

Supongo que la vida está hecha de pequeñas cosas. Y las coincidencias son las que hacen todo más interesante.

Hacen que salga a relucir mi gusto por descubrir cosas nuevas y que, cual detective, tire del hilo a ver hasta dónde llega.

Muchas veces se quedan en simples coincidencias... Otras tantas llevan a algo más... Pero aún no he encontrado la coincidencia que creía poder encontrar... Quizás esa sea la razón de que me guste tirar del hilo cuando me encuentro con una... O quizás sea esa misma, la razón de que no suela fijarme en ellas más de lo normal... O eso creo.

Nah dejadme sola, que tengo un día de esos tontos. Pero tontos sin más XD

Buenas noches!

miércoles, 11 de abril de 2012

Necesitaba gritar esto a los cuatro vientos

I can not handle this situation any more. During the last 10 months, I've been waking up to live for you all. I have no time for myself, and you all just take for granted that I'm always gonna be there to pick up your stuff and tidy up your mess. You just don't care about messing everything you find arround you and I haven't hear a sincere thank you in all this time.

You forget I'm just 22 and I'm carrying on with the all bloody house by myself and I have no help at all from you.

I'm not even allowed to show my feelings unless they are happyness and you even say that I'm like part of the family when I'm obviously not.

More than once, I've stayed the all day without eating while I've been hearing you prepare lunch and dinner. More than once, I've have to leave everything I was doing, no matter what, to do something else you could perfectly do by yourselves. More than once I've hear how you called me "maid" when I'm not. And more than once, I've have to leave myself in the second... no, third... no! fifth place! Because of you all.

And I'm tired of living other lifes, leaving my own life on the side while it goes on without me. And I'm tired of doing things for you just to try to make you happy and reciving rudnes from the girls or indiference from you two.

I want this two weeks and a half to run away as quick as it's possible. I want all this to finish by once.

I want to carry on with my life. That life I had to leave on the side because of you all.

Bien de mañana

¿Dónde vas cuando te sientes encerrada?
¿Qué haces cuando mueres por dentro?
¿Cómo caminas cuando no quedan ganas?
¿En quién te apoyas cuando solo queda viento?

¿De qué hablas si no sabes de qué hablar?
¿Si no hay ganas ni fuerzas para pensar?
¿A qué miras si no sabes dónde mirar?
¿Si ni siquiera tus ojos se dignan a ayudar?

Y si sientes que no sientes,
crees que andas perdida,
no hay nadie al otro lado
de esta absurda vida...

¿A quién recurres si todos huyeron y lo que te queda está destrozado?

Porque siento que no siento y que en el camino me he quedado.

domingo, 8 de abril de 2012

3 weeks to go


Tres semanas, eso es lo que queda.

Tres semanas para despedirme de esta ciudad en la que he estado ya 10 meses de prestado. Esta ciuad que nunca será "la mía" pero que se queda con un trocito de mí.

Hoy mismo he terminado de embalar las cosas que no podré llevarme conmigo en el avión porque entonces necesitaría al menos 5 maletas... Y es que 10 meses viviendo en un sitio dan para acumular muchas cosas.

Parece que fue hace solo unas pocas semanas cuando me planté en el aeropuerto de Sevilla, maleta en mano y pájaros en la cabeza, con la ilusión y las ganas de aventura.

Ahora miro las cajas, llenas a reventar, esperando a que las envíe, el martes a lo más tardar, y me asaltan las dudas de si estoy haciendo lo correcto.

Vuelvo a mi tierra a terminar los estudios que dejé a medias, así que en eso no puedo equivocarme... Pero entonces por qué está sensación.

Está claro que voy a echar de menos todo esto. Y a la familia que me ha acogido durante tantos meses.

Pero no es solo eso...

Algo me dice que este no es un adiós definitivo, no puede serlo. Lo quiera o no, después de 10 meses viviendo en una ciudad que se ha quedado con un trocito de mí, no puedo por más que pensar que algún día, no muy lejano, volveré. Volveré y quizás, aunque con pena por dejar mi tierra, esa vez será por mucho más tiempo.

Quién sabe.