A
aquellos que se interesaron, les volví a abrir las puertas. Pero quien no llame
al timbre no tendrá la oportunidad de que descuelgue el telefonillo y conteste.
No
poseo la habilidad de leer mentes, y por tanto no sé si se quedaron fuera por
gusto o por desconocimiento.
Pero
independientemente de un motivo u otro, lo cierto es que el timbre está ahí,
justo al lado de la puerta. Y si por algún casual no funcionara, siempre
quedará el sonido de los nudillo contra la robustez de la entrada.
Y con
todo y con eso, yo nunca echo la llave, por lo que existe la posibilidad de
entrar a hurtadillas sin necesidad de anunciarte.
Pero lo
que no haré será obligarte, eso nunca.
Las
puertas están abiertas tanto para entrar como para salir.
No seré
yo quien las cierre a cal y canto.
Y solo
diré una cosa más: Quien realmente tiene interés, busca. Y a mi es muy fácil
encontrarme.