Hoy hace una año que marché de esta ciudad que me deja sin sentido, y aquí me hayo de nuevo, paseando entre sus calles, sin llegar a creerme aún que realmente esté de vuelta.
Aquella primera vez todo vino rodado. Y aunque en este segundo encuentro lo he llegado a pasar mal, ya puedo decir a ciencia cierta que estoy, de nuevo, en Londres.
Los primeros días transcurrieron con la incertidumbre de no saber si a la noche siguiente tendría un techo bajo el que guarecerme. Lo pasé mal. Nadie sabe cuánto.
Quien durante esos días se topó conmigo, lo único que vio en mi cara fue una sonrisa. Pero más de una noche fueron las lágrimas las que me acunaron hasta dormirme.
La sonrisa "Barbie" la tengo bien ensayada de mis días como azafata en el teatro... Y la máscara de "aquí no pasa nada", cualquiera diría que me viene de serie.
Pero gracias a Dios que hoy día ya puedo decir que tengo casa.
Los malos ratos ahora solo parecen un mal sueño. Y el hambre y el frío ya no hacen mella en mi ánimo
Parece que Londres ha vuelto a abrirme sus brazos... Aún cuando en un principio se le ocurrió castigarme por, se me antoja, haberla abandonado hace hoy un año.