¿Cómo he
podido ser tan tonta de pensar que volvería aquí y mi sitio me estaría
aguardando?
¿Cómo he
podido ser tan ilusa y creer que después de tanto tiempo me seguirían
esperando?
Supongo
que pensaba, imbécil que soy, que a mi vuelta nada habría cambiado. Pero
obviamente, no ha sido así, no sé de qué me asombro. Yo ya no formo parte de
esto. En mi habitación solo queda mi cama y alguna otra cosa de la que no han podido deshacerse, pero todo lo
demás lo han quitado. Lo han guardado en cajas y lo han sacado de aquí. Yo ya
no pertenezco a este sitio. Sobro. Ya no tengo casa. Han seguido sus vidas sin
contar en absoluto conmigo, ni siquiera me han tenido en mente. Ya se habían
hecho a la idea de que yo no volvería. De que yo me había ido. Y ahora que he
vuelto, estorbo. Ya no tengo sitio. Ahora sobro. Molesto. Agobio. Estoy de más.
No me siento bienvenida. Esta ya no es mi casa. Están mejor sin mí. Esta ahora
es una familia de cinco, y el sexto miembro, que, pensaba, era yo, sobra.
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