Voy por
la calle de camino a casa y me retumba en la cabeza lo que me dijiste antes de
despedirnos: “Te toca. Mueves ficha."
Me lo dijiste sin pestañear, y aún no sé a qué te refieres. Le doy vueltas intentando averiguar qué es lo que querías decir con esas enigmáticas palabras, pero sigo sin comprenderlas. ¡Que difíciles sois las mujeres!
Me lo dijiste sin pestañear, y aún no sé a qué te refieres. Le doy vueltas intentando averiguar qué es lo que querías decir con esas enigmáticas palabras, pero sigo sin comprenderlas. ¡Que difíciles sois las mujeres!
Ya me lo
decía mi padre cuando discutía con mi madre por cualquier nadería: “Hijo, no
intentes nunca entender a las mujeres. No lo vas a conseguir”
Por
aquél entonces al que no entendía era a mi padre cuando me decía esto, pero
ahora, con el tiempo, me he dado cuenta de que tenía más razón que un santo. No
hay quien las entienda.
Ya en
mi casa, me acuesto pensando que quizás solo pretendía tomarme el pelo...
Aunque no sería propio de Ana.
Caigo
rendido y, entre sueños, me olvido completamente de aquellas palabras que, de
no ser por el cansancio, me hubieran mantenido en vilo.
Después
de aquella noche, no volví a saber nada de ella hasta varios días después. No
volvió a llamarme para salir, como hacía todos los viernes desde que nos
conocimos. No recibí mensaje alguno ni tampoco recado por parte de ninguno de
nuestros conocidos. La llamé, claro que la llamé, para saber cómo estaba, pero
nunca me propuso quedar. Llegué a pensar que quizás ya no le interesaba.
Pero yo
quería verla, y cada día que pasaba lo deseaba más, así que en una de esas
llamadas, fui yo quien se lo propuso.
Cuando
te vi doblar la esquina, todas las conversaciones que había ensayado en mi
cabeza se esfumaron y me quedé en blanco. Me saludaste, te di dos besos, y al
segundo siguiente, me recordaste aquellas palabras que yo ya había olvidado.
“Te toca. Mueves ficha”
Esta
vez sí que lo entendí. Quizás no las había olvidado del todo y el subconsciente
las había estado asimilando hasta dar con la respuesta. O tal vez fue la
situación la que lo dejó todo más claro. La cosa es que esta vez te entendí a
la perfección, y lancé los dados.
Me
acerqué a ti sin pensármelo dos veces y te besé. Debió de ser eso lo que habías
querido decirme la última vez, porque me devolviste el beso.
Pero
ahora es tu turno. ¿Sigues en el juego?
2 comentarios:
Vaya no me canso de decirlo pero tienes un gran talento para las historias. Esta en particular me gusto mucho. Siempre e disfrutado la tematica del juego como el ajedrez.
Lamento no haber pasando a saldar pero ten por seguro que leo cada una de tus entradas nwn
Me gusta mucho tu forma de ser.
Por mi parte, Sigo en el juego.
Saludos~
Chiho~: Me alegro de que te guste lo que escribo ;)
Un saludo y gracias por pasarte
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